El Diario El Día de La Plata vino hasta Brandsen y entrevistó a Carmen Lezcano en el comedor La Tapera del barrio La Parada. Compartimos la nota realizada
Diario El Día de La Plata
El comedor “La Tapera” de Brandsen resguarda mucho más que a decenas de chicos que se acercan a comer.
Detrás de él hay un rostro, el de Carmen Lezcano, que representa la lucha incansable por darle a quienes menos tienen, la posibilidad de ir a dormir con el estómago lleno.
Carmen Lezcano tiene 70 años y durante muchos años tuvo momentos de estabilidad económica. Casada, con una hija, de clase media y una vida que ella consideraba “acomodada”.
Sin embargo, su vida puertas adentro era una pesadilla: “Estaba bien pero mi marido era un golpeador”, comenzó el relato de Carmen.
Un día tomó coraje y se fue de su casa en un barrio residencial de Banfield hacia La Parada, un lugar carenciado y lejos de todo en Brandsen. “La Tapera” llegó a su vida para devolverle las ganas de vivir y mostrarle a los más de 25 chicos que se alimentan, que en la vida hay personas buenas
“Si no me iba, me mataba”, reflexiona en estos días, mirando al pasado lleno de dolores, golpes y tristeza. “El comedor es mi vida”, repite Carmen una y otra vez que, a 25 años de escapar de una pesadilla, pudo volver a experimentar la felicidad y soñar con recibirse de abogada en un futuro, carrera que tuvo que relegar por los
golpes de la vida.
Ella llegó a Brandsen con diez pesos en el bolsillo y una hija pequeña. Al llegar a La Parada
la vida no fue fácil: “Pasé hambre, dormí en el suelo, pedía para comer y hoy me doy cuenta que cada vez tengo más ganas de empezar proyectos nuevos, en favor de la comunidad”.
“La Tapera” está ubicado en medio de Brandsen y La Plata, en calle Ecuador km 82, del barrio La Parada
Junto a su hija Ana María le dan de comer a las familias de la zona, ayudan a los chicos en todo lo que pueden y consiguen donaciones de distintos organismos.Incluso llegaron a conseguir que allí se dé el plan Fines y actividades del municipio pero, con la pandemia quedaron suspendidas.
El cariño que recibe de los chicos que se acercan al comedor le dan ganas de seguir progresando y derribar los muros que su situación económica impone. Por eso es que allí, los niños van a recibir ese “mimo” que a veces falta en el hogar o bien, contarle algo que ocurrió en el colegio o pedirle ayuda con un problema
“Lo que más extraño son los abrazos”, confiesa Carmen a diario El Día. Sostiene al comedor “La Tapera” con donaciones y no reciben dinero en efectivo. Con esfuerzo lograron instalar internet para que los chicos puedan usarlo en las tareas del colegio, en una computadora vieja que fue donada.
Carmen no percibe más que una jubilación mínima con la que tiene que alimentar a su hija y a sus nietos, además de los niños que asisten a “La Tapera”. Lejos de dejarse limitar por las dificultades, si en algún momento no tiene garrafa para cocinar, prende el fuego y lo hace con leña.
Cuentan con un vivero, una huerta, un horno de barro, gallinas y abejas: “Trato de producir todo lo que pueda de forma natural”. Gracias a donaciones de todo tipo, pudieron armar una feria americana para sostener los gastos. Lo que más necesitan en este momento es una nueva computadora, que Carmen podría utilizar también para terminar la carrera universitaria que ya tiene muy avanzada. Su sueño no es ejercer, sino colgar el título en el comedor para que los chicos vean que nunca hay que rendirse y, pese a las dificultades, se puede salir adelante.
Además, necesitan alimentos no perecederos, frutas, útiles, hojas de carpeta, cuadernos, zapatillas y ropa. Quienes quieran o puedan colaborar, se pueden comunicar con Ana María al +54 9 2223 52-7538.
Publicado en https://www.eldia.com/
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