Los vecinos y la familia policial de Brandsen tuvieron ayer una triste noticia. Una persona querida por muchos partió a patrullar las calles celestiales, pero dejó una marca que hará que sea una de las policías más recordadas de los casi 150 años de vida de la ciudad: hoy nos dejó Mónica “Pachi” Martínez.
De voz mandona, sin pelos en la lengua, pero con un inmenso amor por el fuerza, fue una de las primeras mujeres locales que, allá por fines de la década del ’80, entró a la fuerza cuando pocas se animaban a vestir ese uniforme compuesto por la famosa camisa celeste, pantalón, zapatos y la típica gorra.
Pese a su “cara de mala” y un tono de voz fuerte, era una persona que ayudaba a los demás y supo ganarse la simpatía y el respeto de muchos.
Una de las grandes virtudes que supo cultivar con sus compañeros durante las recorridas o en charlas con los vecinos fue entregar sus cómicas anécdotas, que a varios supo sacarles sonrisas en los momentos que más las necesitaban.
En los últimos días peleó duro por su vida, pero aunque se piense que perdió la batalla, eso no ocurrió porque su legado continuará en esta querida Policía a través de su familia.
Se la extrañará, es obvio, pero en esta ciudad en la que trabajó casi toda su carrera, donde aconsejó a muchos, seguirá presente su espíritu, sin ninguna duda.
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