En el año 2001 fuimos censados por primera vez. Sobre la ruta 210 a la altura del km 60 500, un camino de tierra despoblado nos introduce al inicio de nuestra historia, en medio de campos rodeados de naturaleza, animales rurales y otros autóctonos.

El encanto definido entre lo propio de la naturaleza más la posibilidad económica de exceso a los terrenos invito a algunos aventureros a adquirir lotes que lentamente se irían transformando en casas que no se caracterizaban por lo suntuoso sino más bien por la integración entre lo existente y lo construido.

Algunos de los nuevos habitantes resultaron itinerantes, eligiendo este gran lugar como segunda vivienda, paseos de fin de semana, vacaciones, feriados largos. Otros, sin embargo, asentaron su residencia, optaron por desarrollarse y crecer casi sin saber cuál sería el rumbo que podría tomar esta zona. Parte de la población fue envejeciendo y su sueño no se reflejó en las generaciones venideras, otros crecieron, y empezaron a poblar de niños el lugar.

El crecimiento en diez años fue tan exponencial que el censo de 2010 demuestra una taza poblacional que supera el 61% mencionado 10 años atrás.

Acorde y necesario a una indiscutible expansión que no se registra aun en lo catastral (sin cambio de zonificación al día de la fecha, figuramos como campo chico), y a fuerza de razones casi obvias, los servicios casi más imprescindibles empezaron a tener un lugar inevitable.

Asomo, en primera instancia una escuela, que, en un pequeño predio con construcción limitada, dio lugar y acceso a los lugareños a poder asegurar una contención pedagógica y social para sus hijos. De la misma manera, una pequeña sala aparece, con lo mínimo imprescindible, para asistir casi en forma precaria las necesidades sanitarias de la población estable.

Un rectángulo verde represento la plaza, era como que empezaba a haber un esqueleto que daba cuerpo a una intención de barrio.

Las instituciones de alguna manera, más allá de la burocracia que luego certifica la existencia legal dan a estos lugares nuevos y casi inexistentes a los ojos de muchos una categoría de BARRIO. BARRIO LAS ACACIAS.

Como las venas que recorren el cuerpo, las calles son las vías de acceso a estos lugares. Resulta ser, que estas vías de comunicación se fueron forjando casi en forma autónoma, a fuerza de trabajo de cada vecino, cada ocupante, pero, como un cuerpo mal cuidado y sin la debida supervisión de los especialistas, estos conductos, sin luz pública, sin tierra firme por donde transitar, cada tanto, enfrentados a las inclemencias inevitables del tiempo, se rompieron, se van rompiendo.

2021, crecimos casi al 100%. Comienza una expansión ordenada y con buenas intenciones, de personas, familias, grupos que hacia el km 61800 de la ruta 210 descubren posibilidades de vecindad y tranquilidad. Paralelamente, del otro lado de la ruta, Teniente Origone se expande casi al mismo ritmo.

Más gente, mas autos, mayor economía, mas generación de basura, las necesidades aumentan a los pasos acompasados avanzando sin temor y con ideas y pujanza.

Nuestra escuela contiene niños de salita de 3 hasta secundario. Ejecutaron una obra para tener un CAPS en la categoría Centro de Salud.

Si esto sucedió es porque existimos, somos muchos, somos todos vecinos, nos acompañamos.

Nos esforzamos, nos desencontramos, nos reunimos, Peleamos. Volvemos a hablar.

Pero solos no podemos. El municipio que reconoció nuestra existencia, ya que avalo las obras en salud y educación, que destino partidas presupuestarias para los vecinos EXISTENTES, sin embargo, renuncio a la posibilidad de dar dignidad.

El Barrio Las Acacias, que nace de un sueño de pocos que se transforma en la realidad de muchos hoy cuenta con un Centro de Salud con una sola enfermera con horario reducido, un personal administrativo en la misma condición, toda una estructura ociosa, una escuela hermosa a la cual acuden niños incluso de partidos vecinos, que no tiene una ambulancia para enfrentar una urgencia, calles rotas en donde los alumnos se entierran en barro para llegar a los establecimientos y los que tienen que trabajar se quedan empantanados con sus propios autos, sin iluminación que evite pillaje o situaciones intimidantes, con una precaria recolección de residuos que no acompaña el ritmo de las propuestas ambientales actuales, sin un representante vecinal que reciba y tramite un reclamo o que sea nuestra vos en la municipalidad, sin conectividad, nos deja fuera de cualquier posibilidad que quedo expuesta claramente con la situación epidemiológica severa vivida, y con mucho mucho esfuerzo de todos los particulares, para sortear estas desavenencias con esfuerzo de bolsillos flacos, que sin embargo en medio de la pandemia no dudaron en ayudar a los comedores comunitarios, que eran ni más ni menos que organizados y abastecidos por una retroalimentación vecinal. En este mismo sentido, se armó un respetuoso grupo de emprendedores que permitió y permite sostener la economía local, dando posibilidades a los grupos de familias locales.

No queremos más excusas, no queremos tampoco litigar, queremos consenso y colaboración, queremos legitimidad y garantías, son muchas las generaciones que por delante pertenecen y serán para un Brandsen mejor.



Bienvenido el crecimiento pero que sea ordenado y programado por las autoridades, con un servicio de atención de salud acorde a la población, con mantenimiento de calles y luminarias, con recolección de residuos que acompañe el cuidado del medio ambiente, con un servicio de internet que generaría más igualdad y con un COU que nos permita un mínimo de desarrollo comercial a los vecinos ya que con el actual nos obliga a trabajar sin permisos.

SOMOS BARRIO LAS ACACIAS, SOMOS, ESTAMOS, EXISTIMOS, PRETENDEMOS Y ASPIRAMOS a que desde el dialogo   nuestros representantes acompañen este devenir desde el lugar que deben ocupar en un gran proceso transformador.

Laura Zandonadi D.N.I 22644788


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