Anteriormente, los maestros eran símbolo de prestigio social, la docencia era una profesión de prestigio como casi todas, pero pasó el tiempo.
Lo pies siempre en el aula, la realidad del aula, somos los que sabemos interpretar ese lenguaje que se habla en el aula . Ser docente es un aprendizaje constante un día en el aula es un día de aprendizaje continuo, es enseñar y aprender. Los docentes no somos mártires; no elegimos sufrir. Quizás parece una respuesta un tanto difícil de responder cuando uno comienza, porque suele ser el resultado de sentimientos muy personales.
En la era Digital la manera de aprender ha cambiado y, por ende, la forma de enseñar debe adaptarse, pero los docentes seguimos transmitiendo humanidad con la educación por lo tanto el docente no puede ser reemplazo por un robot. El docente es un guía motivado de esa humanidad.
Ser docente es enseñar a ser persona, el docente que hace bien su trabajo transforma las vidas de sus alumnos. Ser docente es un desafío permanente y créame es una aventura de las buenas.
Hoy en día con respecto a la valoración de la actividad docente se evidencia un alto nivel de agresión y desprestigio esta proviene de mucha gente que se hace eco, y claramente incentivado desde las políticas educativas en marcha, muchas veces están alejadas de la realidad, están pensadas desde los escritorios, van en contra marcha del sentido común.
La docencia tiene el maravilloso rasgo de forzarte a crear permanentemente. El docente es pilar de la educación, pero la docencia es una de las profesiones menos valoradas socialmente. La educación constituye una vocación y profesión que sin duda no es para cualquiera, no se puede llegar a ella como un paracaidista. Primero para ser docente hay estudiar, capacitarse; ser generoso porque todos nuestros alumnos tienen que ser mejores que nosotros, el mundo es de ellos y los tenemos que preparar, ayudar a ser libres, a comprender que lo único que nos hará libre es la educación
La profesión docente cada vez es más compleja, pero es una carrera para apostar, la educación dignifica. Parece sencillo, pero pensemos las enormes dificultades que supone estar al frente de una aula con 30 o 40 niños cuando todos los pedagogos aconsejan entre 25 a 28 alumnos para que la calidad del aprendizaje llegue en forma más personalizada pero en Argentina y más en mi caso he llegado a dar clases a 45 alumnos por salón.
El docente de hoy media con los alumnos por innumerables circunstancias familiares y de vida, además de las características de las escuelas, de la dificultad que presentan muchos aprendizajes, ect. Las escuelas son la caja de resonancia de la sociedad y le endosamos a nuestros alumnos lo que no podemos resolver nosotros, le quemamos etapas de vida. Un buen docente no es el que sabe todos los conocimientos que tiene que impartir, sino que logra que sus estudiantes aprendan y disfruten del proceso y esa ligazón es para toda la vida.
Lo que implica en mi ser docente no corresponde a una forma de ganar dinero, nadie que elige la docencia lo hace para ser millonario, corresponde a una actitud o forma de vida. La docencia, como profesión y como pasión, es una disciplina a la que se la debe que se debe acceder con respeto y mucha dedicación para eso debemos “dignificar, revalorarla” porque en ella se reconoce como un componente central de la actividad educativa, todo es educación.
El futuro de la educación depende de contar con docentes que seamos consistentes con nuestros saberes para brindar al mundo alumnos autónomos, críticos, creativos y comprometidos con la sociedad en la que viven. Desde las etapas fundacionales del sistema educativo argentino hasta nuestros días, hay un consenso unánime sobre las falencias de formación de los maestros y de los profesores. Los futuros ingresantes a estudiar la carrera de docente tienen que poseer calidad.
Los docentes que salgan hoy en día de los Institutos y Universidades deben ser los docentes que queremos no los que se encuentren por ahí porque nadie quiere ser docente.
La docencia es un compromiso con el presente y futuro. Valoremos al docente que todos los días apuesta por trabajar a conciencia. Ser docente implica preparación continua, no sólo para la labor dentro del aula, sino porque no puede exigirse a otros, lo que no somos capaces de llevar a la práctica.
El verdadero docente no es un tonto; no somos gente que no nos da para seguir otra cosa, no caemos en la docencia, nadie cae a médico, o periodista, a las profesiones no se caen se eligen. La gran mayoría de nosotros somos quienes elegimos estar donde estamos, enseñando, brindando la posibilidad de un mundo mejor.
Debemos recuperar un poco el sentido de nuestro trabajo, porque nos están llevando puesto.
y… para vos ¿vale la pena ser docente?
Daniela Leiva Seisdedos Profesora de Historia. Ganadora de Seis premios UBA. Manuales de CDC Tinta Fresca-Alfaomega. Personalidad destacada de la Educación del HCD La Plata
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Felicitaciones profe. Se nace con la docencia, es arte, vida, los maestros de verdad son pocos.
Buenísimo profesora sus comentarios sobre la Docencia Pasión curiosidad adaptabilidad conciencia SocioCultural Liderazgo pensamientos críticos creatividad !!Un gran abrazo
Ser docente es un privilegio, se comparte conocimientos a diario con los estudiantes y se le debe guiar a diario. Es maravilloso y hoy en tiempo de la pandemia los caserones lucen vacíos sin la presencia de los estudiantes que son la vida de los establecimientos.
Enseñar es un arte, mis respetos a los docentes que entregan su corazón a los estudiantes, nadie lo valora, solo queda la satisfacción de hacerlo con dignidad