Solange, una vecina del barrio La Parada y quien fuera colaboradora del mismo, decidió alejarse por notar “falta de transparencia” de parte de su responsable.
Solange Correa, vecina del barrio La Parada, denunció públicamente ante los micrófonos de Estación Radio, irregularidades en el funcionamiento del merendero “Sueños de Anabella”, gestionado por Gastón Aguirre. Correa, quien ofreció su casa como espacio para el merendero, decidió desvincularse tras presenciar situaciones que consideró vergonzosas y contrarias al propósito inicial de ayuda comunitaria.
“La relación surgió porque él necesitaba un lugar para hacer un merendero y dar alimentos a las familias de La Parada. Yo cedí mi casa sin ningún interés comercial, era solo para ayudar”, explicó Correa en conversación con Grassi.com
Sin embargo, el vínculo comenzó a deteriorarse cuando Aguirre se llevaba mercadería con la promesa de elaborar alimentos para luego distribuirlos entre las familias. “Traía algunas cosas, pero siempre en cantidades mínimas e insuficientes para la cantidad de niños que venían a buscar. A veces les daba tres o cuatro tortas fritas para cada familia. ‘No se puede dar tan poco cuando hay cinco o seis chicos en cada casa,’ le dije”, mencionó Solange, visiblemente indignada.
E hizo una declaración contundente: “Nunca funcionó un merendero como él decía; las familias venían, retiraban la mercadería y se la llevaban, pero nunca hubo una merienda servida ni un comedor”.
Aguirre distribuía algunos alimentos, pero según Correa, lo hacía de manera irregular y selectiva. “Él pedía que la gente confirmara su asistencia por WhatsApp, y si alguien no respondía, no se le entregaba nada. Muchas personas venían a buscar comida y se volvían con las manos vacías por no haber confirmado antes. A otras las hacía esperar hasta media hora afuera solo para recibir una bolsa con escasos productos”.
Correa relata que en una de las últimas ocasiones en que Aguirre retiró mercadería, aseguró que la usaría para elaborar alimentos que luego traería al merendero. “Se llevó aceite, azúcar, harina, dulces, y otras cosas. Prometió que iba a preparar comida con eso, pero cuando volvió solo trajo unas tortas fritas viejas y unas tapas de empanadas. Ahí fue cuando dije: basta, hasta acá llego, me avergüenza”.
La situación llegó al límite cuando Correa, desilusionada y sintiéndose usada, comunicó a los vecinos en el grupo de WhatsApp que ya no permitiría que el merendero funcionara en su casa: “Expliqué a todos por qué ya no iba a brindar mi casa. Fue entonces cuando él me eliminó del grupo y comenzó a decir que yo lo estaba ensuciando”.
Desde entonces, Correa no ha vuelto a tener contacto con Aguirre, pero se mantiene firme en su denuncia. “Me di cuenta de que la forma en que él manejaba las cosas no era transparente. No sé si sigue operando en algún otro lugar, pero yo ya no quiero ser parte de esto”, concluyó.
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