La exvecina habló sobre su adaptación a la vida alemana, los desafíos y como lleva el día a día junto a su familia.
Hace algunos años, Natalia Marquart decidió junto a su familia hacer un cambio radical en su vida. Dejar atrás Brandsen, y trasladarse a Alemania fue una decisión que requirió de valor. Este último sábado la exdirectora de prensa municipal, dialogó con Julio Grassi para Estación Radio.
«Mi casa es un pedacito de Argentina en Alemania», dice Natalia, evocando con nostalgia los cielos celestes y las chicharras de su infancia en el campo. Aunque adaptarse no fue fácil, hoy celebra la adaptabilidad de su familia, con su esposo Mario y sus hijos aprendiendo el idioma y asimilando las costumbres locales.
La vida no solo pasa por la adaptación, sino también por la observación crítica. Natalia señala con preocupación el resurgimiento de la extrema derecha, particularmente en el este del país. «Hay un deseo de volver a la identidad alemana, de revitalizar el orgullo nacional, y eso incluye una postura muy fuerte contra la inmigración», comentó.
«Es un tema que nos preocupa profundamente. Alemania ha hecho un esfuerzo constante por reconciliarse con su pasado, pero el ascenso de movimientos políticos que desafían esos principios nos recuerda lo frágil que puede ser la memoria colectiva», comentó con seriedad.
Uno de los aspectos que más impactó a Natalia y su familia fue la eficiencia del sistema alemán. Sin embargo, acompañada de un costo: los altos impuestos. «Mario, trabaja ocho horas al día y el 42% de su sueldo se va en impuestos. Es mucho, pero con lo que queda se puede vivir bien. Aquí, el peor delito que puedes cometer es deberle dinero al Estado», explicó.
A pesar de esta carga fiscal, reconoce que los servicios públicos son de alta calidad. Sus hijos asisten a la escuela pública, que es gratuita, pero con una particularidad: la asistencia es obligatoria, y solo se permite la ausencia con un certificado médico. «Ni se te ocurra planear unas vacaciones en medio del año escolar, porque no te dejan salir del aeropuerto», comentó entre risas.
Marquart ha sido testigo de cómo las normativas marcan profundamente la vida cotidiana. “La cultura alemana es muy diferente a la nuestra, y las reglas son muy estrictas. Aquí, no se discute; simplemente se cumple”, subrayó. Sin embargo, la añoranza por la espontaneidad y la calidez humana de Argentina sigue presente en su día a día.
La nostalgia es una compañera constante, pero Natalia ha aprendido a vivir con ella. «Extraño el asado de los domingos y las conversaciones infinitas con amigos en los almacenes», confesó. A pesar de las diferencias culturales y climáticas han encontrado un equilibrio, celebrando sus tradiciones argentinas como el mate y adaptándose a las nuevas realidades que ofrece Alemania.
«La vida aquí es diferente, pero es mi hogar ahora», concluye Natalia con una mirada al futuro, donde el compromiso con su familia sigue siendo el centro de su vida. Alemania ha abierto nuevas oportunidades y desafíos, pero su vínculo con Argentina sigue siendo inseparable.
«Nos hemos adaptado, hemos aprendido y seguimos creciendo. Pero nunca olvidaré de dónde vengo. Argentina siempre será mi hogar, aunque ahora Alemania también lo sea», concluyó.
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