Palabras de Gisele Fiordelli, quien colabora con “Cocineros Solidarios”, donde cada sábado brindan comida a 140 personas desde el Club Las Mandarinas.

El Club Las Mandarinas no destaca solo por sus actividades deportivas, sino también por ser el corazón de una iniciativa solidaria que crece cada sábado. Gisele Fiordelli, junto a un dedicado grupo de voluntarios, brinda asistencia a los vecinos a través de una cena semanal. Sobre esto dialogó el último sábado en el programa Grassi.com

«Comenzamos hace más de dos meses con Cocineros Solidarios», explica Gisele, destacando el origen de este proyecto. «Todo surgió de un grupo comprometido que ya había participado en acciones similares durante la pandemia. Decidimos retomar la iniciativa para ayudar a quienes más lo necesitan en estos tiempos difíciles», agregó ante los micrófonos de Estación Radio.

El comedor solidario no solo ofrece comida, sino también un espacio de apoyo y comunidad. Cada sábado, se prepara un menú diferente, desde guisos reconfortantes hasta parrilladas generosas. «Hemos visto cómo la demanda ha crecido», comenta Gisele. «Entregamos alrededor de 140 porciones cada semana a unas 30 o 35 familias. La respuesta de la gente ha sido abrumadora».

El trabajo no termina con la entrega de comida. Gisele y su equipo coordinan las donaciones y gestionan las necesidades logísticas semana a semana. «Dependemos completamente de las donaciones de la comunidad», señala. «Es un esfuerzo colectivo. No podríamos hacerlo sin la generosidad de todos».

El Club Las Mandarinas se ha convertido en el epicentro de esta labor solidaria. «Luján –NdeR: Barragán Osorio, presidente de la institución-, nos ha brindado su apoyo incondicional», destaca Gisele. «Nos proveen el espacio y nos respaldan en cada paso. Es esencial tener un lugar donde podemos cocinar y distribuir la comida».


A pesar de los desafíos, Gisele describe su experiencia con gratitud y determinación. «Al principio, sentía cierto temor. ¿Funcionará? ¿Podremos ayudar de verdad? Pero cada sábado, al ver las caras agradecidas de quienes reciben nuestra ayuda, sé que estamos haciendo lo correcto».

La solidaridad va más allá del barrio ya que «recibimos apoyo constante de personas que se acercan a colaborar. Es un círculo; la comunidad nos respalda y nosotros respondemos con más fuerza cada semana», dice Gisele con emoción.

La labor de Cocineros Solidarios no solo proporciona alimentos, sino que también nutre el espíritu: «Es un honor poder hacer esto. Cada sábado es una nueva oportunidad y eso es lo que nos impulsa a seguir adelante», concluyó Fiordelli.

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