Nota de opinión por Daniela Leiva Seisdedos, profesora de Historia.

Albert Camus dijo el día en que recibió el Premio Nobel de Literatura dijo: “Cuando supe la noticia, pensé primero en mi madre y después en usted”. Esto escribía en agradeciendo a la labor de su docente. Creo que la docencia es una profesión en la que recibimos lo que damos puesto que nos comprometemos con la sociedad para crear un mejor futuro, esto debería ser así, pero…hay que ser docente más allá de los contenidos puesto que nosotros, los docentes, somos los constructores del presente y del futuro.

La actividad docente no solo se limita a la escuela En tiempos donde los saberes cambian tanto y tan rápido debido a que no hay un hilo conductor en la política educativa, mi reflexión se asume como un proceso de revisión en este final de año. Reflexionar sobre nuestra profesión y vocación implica un acto de pensamiento comprometido, es desglosar nuestras ideas para prestar atención y así poder hacer una autoevaluación de nuestra labor docente, para debatir con nosotros mismos, y tratar de explicar nuestras propias acciones con la cual nos condujimos hasta acá. Las personas que trabajamos en la docencia tenemos que ser consciente que estamos trabajando con el presente y futuro de la humanidad. 

Si sos docente y solo te preocupa tener un puesto y sueldo fijos; si pensás en las vacaciones de ¡tres meses?, porque creíste que esto era sí, si la permanente formación te parece relativamente fácil o si pensaste que educar es solo transmitir conocimiento y normas para que te obedezcan porque solo tu tienes el monopolio del conocimiento, no debes ser docente, esto no es una Treta De dominación para formar personas fáciles de manipular, si crees esto, estas adoctrinando. Sí debemos tener condiciones dignas de trabajo, esto nunca debe estar en discusión, pero…es para otra nota.

La labor educativa siempre es criticada por la sociedad, que si los docentes no enseñan, que si faltan a clases, que sólo hacen odios sordos a lo que demanda la sociedad, son haraganes, que sólo piden aumento y trabajan poco.

Ser docentes no debe ser estar obligado a llevar una faja asfixiante con un currículo irreal, inabarcable que siempre se diseñan por fuera de la realidad del aula y como resultado hay un enfoque irreal, ayudado por una burocracia excesiva, al final de la jornada, los problemas sistémicos persisten y vives frustrado.

Ser docente no es una profesión cualquiera, que está al final de la escala de elecciones de vida. ¿En educación está todo inventado… ¿pensamos que en educación está todo por hacer? Cuando los docentes callamos nos negamos a crecer profesionalmente, humana, ética y espiritualmente y negamos a los otros la posibilidad de crecer. Los docentes no podemos ser lo que ya otros han sido, sino superarlo, eso es aprender, eso es crecer.

Quien se dedica a la enseñanza, primero, debe dominar su gestión de conocimiento, que es algo diferente a dominar conocimientos. El perfil actual del docente es disciplinado por momento muy manso y esto se debe cambiar, la sociedad nos debe respetar como a otras profesiones.

Un docente es aquel que antes que nada tiene que entender y aprender cómo viven sus alumnos, los docentes de aula lo sabemos ¿los saben las autoridades? Saben realmente ¿cuáles son los intereses de nuestros alumnos?, qué miran en la televisión, que música escuchan y para qué usan la computadora.

La identidad docente se construye con la formación, la profesionalización y la práctica. La educación es un valor en sí mismo, el trabajo colaborativo y el diálogo deben estar a la base de la construcción social en el aprendizaje. En la sociedad se marca un gran abismo entre los padres de familia y los docentes, ellos son los que quieren mandar, los que quieren una educación a la carta, quieren ordenar, dirigir, y a todo este pensar: ¿Por qué les permitimos esto? ¿A caso un docente no tienes las herramientas necesarias para poder dirigir nuestro trabajo? ¿Es necesario que gente extraña a nuestra labor nos quiera dirigir, mandar o hasta llegue a ordenarnos qué hacer?

La educación es la herramienta más importante que tiene un país, dejemos que los docentes de aula equipen de ideas a nuestros hijos. Al final es lindo que nos digan: “Ese fue mi docente” y eso sí que vale la pena, el salario emocional es vital en la vida del docente.

Daniela Leiva Seisdedos, profesora de Historia.


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