Juan fue uno de los púgiles más notables que tuvo el país, mientras que los Yésica y Martín se encargaron, afuera y adentro del ring, de continuar con el legado de un apellido destinado a romper paradigmas.
El 25 de octubre de 1986 no fue una fecha más para el boxeo nacional. Aquel día, en un Luna Park ansioso por ver acción, Juan Martín Coggi grabó a fuego su nombre en el noble arte, luego de superar al favorito Hugo Ariel “Pajarito” Hernández y alzarse con el cinturón argentino superligero. Tras el triunfo, un joven Martín Antonio Coggi se sumaba al cuadrilátero para festejar el logro junto a su padre, en una postal que cada vez era más normal en las victorias de “Látigo”.
Tal vez allí estuvo la fórmula para que Coggi sea sinónimo de familia en el boxeo, y no solo en un tres veces campeón del mundo. Alguna vez Óscar Bonavena regaló una cruda frase, que posicionó al pugilismo como uno de los deportes más solitarios: “Cuando suena la campana, te sacan el banquito y uno se queda solo”. Para la familia de Brandsen nunca fue así, cada uno desde su lugar contó con la fuerza de su par, encargándose de consolidar, día a día, un inquebrantable vínculo con la disciplina de las narices chatas.
Toda familia tiene un bastión indispensable, que hace lo imposible para que los valores primen. Aquí es imposible pasar por alto a la faceta humana de Juan Coggi, quien pese a una exigente carrera en el boxeo, viajaba kilómetros y kilómetros para estar en cada tiempo libre junto a sus hijos, Martín Antonio y Yésica, y su esposa, Alicia.
LA MISIÓN DE UNIR AL BOXEO Y A LA FAMILIA
Si bien la relación directa de “Látigo” es con la localidad de Brandsen, fue en Fighiera, pueblo de Santa Fe, en donde permaneció durante los primeros años de su vida, aunque recién en la Provincia de Buenos Aires fue cuando los guantes comenzaron a convertirse en parte de su cuerpo. Con el boxeo se despertó un sueño y se encontró un camino para cumplir una promesa hecha a su padre: ser el más grande en lo que haga, para que el apellido Coggi jamás se muera.
Su recordada conquista en el Luna Park ante “Pajarito” Hernández le abrió la posibilidad para, en 1987, viajar a Italia y enfrentar al campeón mundial superligero de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), Patrizio Oliva. En aquel combate, el apellido Coggi quedó grabado en la mente de los fanáticos que observaron como el argentino se convertía en el nuevo dueño de la corona, luego de dejarlo fuera de combate en el tercer asalto.
La trayectoria de “El Zurdo”, como lo llama su hijo, es conocida por los amantes del noble arte, que festejaron sus diez defensas, distribuidas en los tres reinados que tuvo entre 1987 y 1996. Mientras el guante del púgil de Brandsen finalizaba en alto, un pequeño niño de cabello dorado era figurita repetida en los festejos, acompañando al campeón. Tal vez, Juan Martín no era consciente en aquel momento, pero la ruptura de un paradigma estaba comenzando. ¿El motivo? La unión de la familia.
“Cuando fui a pelear por el título mundial (la primera vez), yo me había casado hace poco tiempo. Le pregunté a Lectoure cuánto estaba el pasaje para mi esposa e hijo (Yésica aún no había nacido). Me contestó que la familia no viaja, pero yo le repliqué que mi esposa y mi hijo viajan. Estaba “prohibido” en ese momento”, recuerda “Látigo Coggi” en una charla para “Lado Summer”, disponible en TyC Sports Play.
En 1999 llegó el retiro para el tres veces campeón del mundo, con la idea de alejarse definitivamente del boxeo y poder dedicarle un mayor tiempo a otras actividades, como la pesca. Cuando todo indicaba que el apellido Coggi sería un recuerdo eterno dentro del boxeo, “Látigo” se vio obligado a volver al gimnasio, aunque en esta oportunidad para ratificar una unión entre los dos amores de su vida: el boxeo y la familia.
«TONY»: LOS GUANTES Y EL ARTE
“Él rompió un paradigma, porque el boxeador y la familia no eran compatibles. Hice 91 peleas, en todas estuvo “El Zurdo” en el ring. Eso es un regalo que me dio la vida y es más importante que cualquier logro”, comentó en alguna oportunidad Martín Antonio Coggi, también conocido como “Tony”. Los títulos no se pudieron replicar en aquel niño que fue visto, por todo un país, festejando junto a su padre en el Luna Park. Lo que si pudo heredar son los valores, aquellos que caracterizan a quien fue su entrenador durante toda su carrera, tanto amateur como profesional.
Tras una derrota frente a Carlos Córdoba, en 2021, Coggi se desplomó en la lona, para romper en llanto y prometerle a su madre que aquella noche era su retiro como púgil. Pese a que su carrera profesional se extendió durante 16 años, no fue impedimento para que «Tony» pueda mostrar sus otras facetas, las cuales, algunas, exceden el ring. En su destacada labor periodística, se lo puede observar en el ciclo Boxeo de Primera, por TyC Sports. También cuenta con un pasado en radio, entre tantas experiencias ligadas al micrófono.
Además del boxeo, una de sus pasiones siempre fue el arte. De hecho tuvo un paso por el Centro de Investigación Cinematográfica, en donde estudió la carrera Dirección, Actuación y Puesta en Escena, aunque debió abandonarla a los ocho meses, ya que el deporte de las narices chatas fue la prioridad. Su carisma y su talento le abrieron puertas muy importantes. En la actualidad, fue seleccionado para participar, junto a otras quince celebridades, de la segunda temporada del reality “El Hotel de los Famosos”.
NO HAY DOS SIN TRES
Yésica Coggi es un nombre que dentro del boxeo nacional ya se hizo muy popular y, por supuesto, respetado. Basta con verla junto a su padre, en el gimnasio que tienen en Brandsen, para entender que su camino fue hecho a base de esfuerzo y trabajo. Es promotora de la empresa “Látigo Box”, encargándose de desarrollar y promover talentos que entrenan junto al tres veces campeón del mundo. A sus 34 años, ya logró acompañar a Nicolás de León en la obtención del título argentino ligero y a Sol Baumstarh en la conquista de la faja sudamericana minimosca, que aún mantiene y deberá ponerla en juego el próximo sábado.
Al igual que «Tony», también forma parte del ciclo Boxeo de Primera, siendo comentarista en varias oportunidades del boxeo promocional y de otros eventos nacionales e internacionales del noble arte amateur. Ella, junto a su padre y hermano, son los Coggi, una familia que rompió un paradigma, forjando un vínculo con el boxeo, que será eterno.
Fuente: TyC Sports
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