Semanario Tribuna

 Dialogamos con Florencia Pernigotti, profesora y licenciada en Comunicación Social que desde el 2019 trabaja en Casa María Pueblo, lugar donde cobijan a mujeres en situación de violencia y que conocen una nueva forma de vivir a través de la radio.

   Desde hace 25 años, la Casa Abierta María Pueblo asiste a mujeres que sufren violencia de género, en épocas donde aún no existía el término ni leyes que pudieran protegerlas de sus agresores. Desde la Ciudad de La Plata, este refugio -hoy con espacio propio- es reconocido a nivel nacional e internacional por su labor y es el más grande de Latinoamérica, albergando a 80 personas en sus instalaciones.



   Florencia Pernigotti es oriunda de nuestra Ciudad y trabaja desde el 2019 en el Refugio. Ella es licenciada y profesora en Comunicación Social; dialogó con TRIBUNA sobre su labor y su sentir en esas cuatro paredes.
   “En el 2019 arranca el taller, pero en el 2018 tras mucho batallar, a María Pueblo le brindan un espacio físico definitivo ya que antes alquilaban por distintos lugares. Y a partir de ese proyecto provincial, se crea lo que es la radio”, comienza diciendo Florencia; además se brindan capacitaciones de costura y defensa personal, entre otros.


   “Todavía estaba estudiando comunicación en la UNLP cuando mi amigo Luciano, hijo del fundador de María Pueblo, me invitó a ser parte. Arranqué colaborando de a poquito, pero eso te arrastra y es al día de hoy que no te das cuenta de las horas que pasás ahí adentro”, explica Pernigotti y destaca que involucrarse en estas temáticas fue algo que siempre le interesó.


   “No sé si lo llevo en los genes, pero inicié dando apoyo escolar a los hijos de las chicas hasta que surgió lo de la radio y le fuimos dando forma al taller”, comenta la joven; su padre Juan Carlos, mejor conocido como “Perchi”, fue quien creo la primera oficina de violencia familiar en nuestra Ciudad y llevó mujeres en situación de violencia a María Pueblo. Además, tuvo una gran injerencia durante el desarrollo de los CAJ, los talleres de radio que se hicieron en las escuelas.




   Con un estudio de radio por demás equipado, “empezaron a salir cosas muy interesantes y las historias eran muy fuertes, hubo cosas que no se las habían contado a nadie y no estaba preparada para eso. Tuve que capacitarme en género y tratarlo con la psicóloga porque no sabía cómo responder, cómo contenerlas. Muchas veces lloré con ellas”, detalla Flor con crudeza y cuenta que los vínculos son tan fuertes que ha compartido Día del Niño o Navidad con su familia y los residentes en la casa.


   Los temas de los programas, son elegidos por las convivientes y si bien hay temáticas más distendidas como actualidad o espectáculos, mucho de los enfoques eran más profundos; Violencia, bullying, violencia obstétrica, medioambiente. Hay una necesidad de contar algo por fuera de la agenda periodística tradicional.
   “La experiencia está buenísima, te vas cargada”, agrega Florencia sobre las sensaciones vividas en el taller, el cual realiza ‘ad honorem’ por pura vocación. El objetivo de este proyecto era poder preparar un equipo y armar un medio digital, mediante YouTube o una plataforma de streaming; “25N Radio” es el nombre del mismo y ya está en el aire desde hace algunos días.  


   Desde el vamos deja bien claro que no tiene la verdad absoluta y “no tengo como objetivo llenarlas de contenidos, la idea es aprender juntas”. Y destaca lo enriquecedor de cada contenido: “La verdad que las temáticas son muy interesantes y en muchos casos se basan en sus experiencias personales. Cuando arranqué, no esperaba que se abrieran de esa manera.


   A las chicas del María Pueblo, la radio les sirve para expandir sus horizontes, conocer nuevas ideas y poder expresarse, algo que a sus agresores no les gusta y que en ciertas ocasiones llevó que amenacen a Florencia. “Te estás arriesgando”, apunta.


      Una de las dificultades aparece cuando se requiere la participación de personas ajenas a María Pueblo ya que se desconoce la ubicación exacta para evitar que los agresores tengan contacto con las víctimas. “No podemos llevar invitados. Tenemos que tener en cuenta que sean de confianza”. 


   Se le consultó si le gustaría poder tener una experiencia similar en la Ciudad y dijo emocionada: “¡Me encantaría! Esto me genera como una vocación de servicio y me siento preparada para cualquier situación; en Brandsen hay que trabajar mucho con la violencia de género”.

SIN AYUDA

   La Casa Abierta María Pueblo, nos comenta Florencia, “hasta el inicio de la pandemia recibía apoyo municipal y provincial pero después se cortó; no tenemos color político. Ahora todo es a pulmón, se reciben donaciones, alimentos y pañales”. De hecho, no hay nuevas mujeres/grupos familiares ingresados porque no tienen cómo solventar sus gastos y a través de su página, los socios aportan $400 pesos por mes, los cuales sirven –entre otras cosas- para poder pagar los servicios.

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