Lo acusaron de matar a una mujer de 45 años y a su madre, en 2017, en Brandsen. Absuelto y libre, pide volver a trabajar.
Alberto Ismael Padrón (48) es un hombre sencillo de un pueblo bonaerense. Siempre buscó tener trabajo. Tuvo buenos empleos y otros más precarios. Tiene esposa, dos hijas y los inconvenientes que atraviesa cualquier familia.
Pero mientras transitaba con esos obstáculos la rutina de actividades, con las interferencias habituales, la vida le hizo una zancadilla feroz: estuvo cinco años preso por un doble femicidio y ahora la Justicia lo absolvió por falta de pruebas.
“Pasé por un infierno. Es imposible describir lo que pasa adentro de un penal, pero sobreviví por el acompañamiento de mi familia”, le dice Padrón a Clarín, 48 horas después de haber recuperado la libertad.
“No entiendo qué hicieron los fiscales y la Policía. Por qué se ensañaron conmigo. Es imperdonable. Me arruinaron y quedé marcado para siempre”, lamenta el hombre, que intenta ahora retomar su actividad de camionero.
Los primeros días en la calle los dedicó a tramitar la licencia profesional para conducir. Quiere volver a manejar un camión.
Las pruebas que se reunieron para la acusación no convencieron al tribunal y Padrón quedó libre el martes pasado a las 12 de la noche, después de atravesar la experiencia extrema de vivir 1.823 días detrás de las rejas por un delito que no cometió.
El 15 de agosto de 2017, fue detenido en el jardín de su casa en Brandsen, acusado del doble femicidio de María Luisa Legarreta (80) y de su hija, Fernanda Fiordelli (45).
Las mujeres fueron degolladas. Las encontraron el 10 de agosto de aquel año. La madre, cerca de la cocina. Fernanda, en el baño.
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Alberto Ismael Padrón (43), durante la entrevista con Clarín. Foto Mauricio Nievas
Los crímenes estremecieron a esta localidad rural, de 20 mil habitantes, ubicada a 40 kilómetros de la capital bonaerense. Habían estado desaparecidas por tres días hasta que un familiar fue hasta la casa situada sobre la ruta 215, en el cruce con Rivadavia, del barrio El Chañar, para averiguar por qué no contestaban los llamados.
Un operativo policial determinó el hallazgo macabro. Y a partir de ese momento comenzaron a hilvanarse hipótesis y teorías basadas en las pistas que aportaban las relaciones de las dos víctimas.
Todas llevaron a Padrón, el camionero que estuvo por última vez con Fernanda, el 7 de agosto a la noche. Se encontraron porque la mujer le prestó 5.000 dólares que necesitaba el chofer para afrontar la compra de un auto usado.
Padrón era el candidato ideal para la acusación: conocido y endeudado con la víctima. El último en verla y cuando lo detuvieron encontraron el dinero del préstamo en una campera.
Alberto, con una de sus hijas. Foto Mauricio Nievas
Además, en la mesa de Fiordelli los investigadores encontraron presuntos pagarés a nombre de Padrón, escritos por la prestamista. El círculo cerraba a la perfección.
Es por eso que el fiscal de juicio, Jorge Paolini, pidió perpetua para el procesado. Consideró que quedó acreditado que Padrón entró a la propiedad “con la anuencia de las moradoras, con clara intención de provocar la muerte de ambas, le aplicó a Fiordelli una puñalada en el cuello, provocándole una lesión profunda y penetrante”.
Y sostuvo que luego del primer crimen, “el asesino acometió contra Legarreta, asestándole cuatro puñaladas en el cuello, que le causaron la muerte”.
La absolución
Sin embargo, en el juicio oral que terminó la semana pasada en La Plata, los camaristas concluyeron por unanimidad que no pudo “acreditarse la participación de Padrón en este hecho”. Descartaron que haya estado ahí ese día.
Los jueces Ernesto Domenech, Juan Carlos Bruni y Andrés Vitali, decidieron la libertad inmediata del único acusado. Y reclamaron a la fiscalía “profundizar otras líneas de investigación no abordadas”.
La resolución establece que las pericias no encontraron rastros del acusado en la escena del crimen. Tampoco hallaron evidencias en los objetos secuestrados luego del allanamiento y detención ocurrido en la casa de Padrón.
Marcelo Di Siervi, el abogado defensor del único detenido por el doble crimen, cree que el o los asesinos “armaron una escena” para orientar la investigación contra su cliente. Y reprocha al fiscal Mariano Sibuet -que llevó adelante la investigación- que no haya desarrollado otras hipótesis.
El doble crimen quedó impune.
Por caso: la víctima se dedicaba a prestar dinero y nunca apuntaron a otros deudores. También mantenía una “conocida relación” con un hombre -casado- de Quilmes. La esposa de esta persona la habría amenazado, según algunos testimonios que se incorporaron al expediente.
Ahora, el asesinato de Legarreta y Fiordelli está impune y sin sospechosos.
“Pude sostenerme en prisión gracias a mi esposa y mis hijas. Ellas pasaron cosas horribles, como estar toda la noche durmiendo a la intemperie para poder ir a la visita semanal de cuatro horas. Pero nunca dejaron de acompañarme”, se emociona Padrón.
El conductor de camiones considera que el trabajo fue un sostén en el período de encierro. “No bien entré a Olmos, pedí ir al sector de mantenimiento. Pude incorporarme al equipo que hacía tareas de albañilería y pintura y eso era mi refugio. Trabajaba desde temprano hasta media tarde. Si no trabajás, encerrado en un calabozo te volvés loco”, reconoce el ex presidiario.
El apoyo de la familia
Las primeras 48 horas de detención fueron las más duras. “Me esposaron a las rejas de una celda de la comisaría de Brandsen y me tuvieron dos días así, sentado y atado al fierro. Dijeron que era porque tenían miedo de que me matara”, cuenta Padrón.
Sonia Gervasio (48) es la esposa del ahora liberado. Trabaja de cuidadora de ancianos y pasa todas las noches fuera de su casa. Ludmila (21) y Belén (23) también están empleadas en Brandsen. La menor de las hijas de Padrón también hace enfermería y la mayor está en una estación de servicio.
“Estoy desesperado por volver a trabajar. No puedo pasar una hora más sin hacer nada porque me siento un inútil. Necesito que me den el registro y volver a buscar un camión para manejar”, se ilusiona Alberto.
Según le prometieron en el gremio de Camioneros, ahora que la Justicia lo absolvió, podrían ofrecerle un puesto como conductor: “No puedo ver que ellas trabajan y yo no. Cuando vuelva a una rutina laboral, voy a sentir que tengo chances de rehacer mi vida”, luego de cinco años de tinieblas detrás de los muros de Olmos.
con las interferencias habituales, la vida le hizo una zancadilla feroz: estuvo cinco años preso por un doble femicidio y ahora la Justicia lo absolvió por falta de pruebas.
“Pasé por un infierno. Es imposible describir lo que pasa adentro de un penal, pero sobreviví por el acompañamiento de mi familia”, le dice Padrón a Clarín, 48 horas después de haber recuperado la libertad.
“No entiendo qué hicieron los fiscales y la Policía. Por qué se ensañaron conmigo. Es imperdonable. Me arruinaron y quedé marcado para siempre”, lamenta el hombre, que intenta ahora retomar su actividad de camionero.
Fuente Clarín
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