Nota de opinión de Antonio Tourville.

El capitalismo como organización política, social y económica, así como está, es inviable. Por ello el mundo camina inexorablemente a su modificación. En el albor de los tiempos existía el trueque, es decir: se entregaba una cosa y se obtenía otra. Pero sucedía que a veces uno quería desprenderse de algo, pero no necesitaba otra cosa o uno necesitaba algo, pero no tenía otra cosa para dar a cambio. Era difícil acordar que había que dar o recibir, a cambio del trabajo. Así aparecieron diferentes instrumentos que hacían de medios de pago o para conservar valor. Que se utilizaban para entregar o recibir por una cosa o un trabajo. Como, por ejemplo, la sal, las especies, los metales preciosos, las gemas, etc. Pero un día aparecieron papeles, impresos por alguien y avalados por bienes materiales como el oro. Dichos papeles eran convertibles en ese mismo metal precioso, así nació la moneda que luego perdió su convertibilidad en oro y fue bancada, por así decirlo, por las economías de países poderosos y no tanto, que las imprimían dándoseles valor relativo entre ellas por ciertos mecanismos fijados y manejados, por los más poderosos a lo que se dio en llamar, el mercado.


El hombre vivía produciendo y negociando su trabajo y sus productos materiales, obteniendo a cambio esos útiles de pago, que gastaba en su manutención y el resto lo invertía para progresar, o lo guardaba, para luego invertirlo todo junto; es decir ahorraba. Y es allí que aparece una figura nueva en el devenir social, los bancos y las bancas, que eran agrupaciones de varios bancos. Eran instituciones que con dinero propio o con dinero de otros particulares constituyeron un capital importante. Que utilizaban para prestarlo a particulares, o países, los cuales estaban obligados a devolverlos en cuotas, agregando un interés acordado, todo esto estaba asegurado por cobros violentos o por hipotecas sobre bienes materiales que eran apropiadas por los bancos si no se producía el pago y cuando era el deudor un país, se les apropiaban recursos naturales o se los sometían a un bloqueo económico que lo llevaban a la bancarrota. Así se convierte el dinero en una mercadería, naciendo la rentabilidad del capital llegándose al extremo que se pagan más por capital invertido que por producto en sí, sumándole a esto si uno obtiene el producto financiado, el costo del capital en juego superará varias veces al producto obtenido, en una palabra, la humanidad pierde así la propiedad de su trabajo, de sus bienes ,lo que es todo apropiado por el poseedor del capital, a través de sus intereses, generando hambre y desesperación por doquier. Por ello las izquierdas crecen y se está creando sin pausa otro tipo de organización social.

El capitalismo genocida desfalleciente en su desesperación, fabrica armas e inventa guerras porque quiere perdurar por la fuerza. También en su metrópolis su organización sin principios, ni moral, cruje y se desquebraja agitada por la droga, las armas, el crimen social, el terrorismo, mientras los excluidos del mundo golpean sus puertas buscando los que les quitaron.

Todo esto se maximiza porque hay otro mundo, que el capitalismo salvaje quiere y necesita, desprestigiar, ocultar, un mundo donde el hombre vale donde los países no pretenden sojuzgar a otros países quedándose con todo lo que tienen, un mundo donde la solidaridad y el amor existen.

Por ello hay que luchar para que estas nuevas organizaciones sociales se instalen sobre las ruinas del imperialismo actual.  

Dr. Antonio Tourville


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