Con los esenciales
Semanario Tribuna 12-06-2021
Todas las mañanas, desde hace 3 años, el despertador de la mesa de luz de la habitación de Edgardo, suena y él, sin quejarse una sola vez por el frio, el clima o el cansancio, se levanta y se prepara para hacer su trabajo.
Edgardo Ramírez, un vecino de La Dolly 2 de 61 años, es barrendero “y, como todo lo que he hecho en mi vida, me gusta hacerlo bien y solo, no porque no me gusta estar en contacto con la gente sino porque me tomo mi tiempo y trato de hacer todo a mi manera”, dijo en la redacción de TRIBUNA.
El lunes 14 se conmemora el Día del Barrendero en homenaje a Mauricio Silva, un cura barrendero. Ambas profesiones parecen incompatibles, pero el hombre se las arregló para compatibilizar su vocación por difundir la fe y su trabajo junto a los más humildes.
Este vecino, casado con Norma Pardal hace casi 40 años y abuelo de dos nietos, fue tenaz a la hora de lograr un nuevo empleo tras ser echado de Ferro Baires, luego de 20 años de incesante trabajo; “estaba haciendo tareas livianas y llegó un momento donde no me necesitaron más y me echaron. Siempre quise trabajar así que después de eso, me paré muchos días en la puerta de la municipalidad a conseguir un trabajo hasta que un día hablé con Daniel Cappelletti y me dio este trabajo de barrendero”, comentó.
No tenía experiencia en el tema, Edgardo, nacido en Oliden, “pero en seguida le tomé la mano. Al principio estuve con compañía y empecé barriendo en el centro, pero después me dieron la zona de La Dolly y ahora no la cambio por nada”, advirtió.
EN LA DOLLY
Edgardo recuerda que “cuando fui por primera vez a La Dolly, la verdad que estaba todo lleno de ramas, era un caos. Por suerte me concentré y en poco tiempo la dejé como consideraba que correspondía y ahora lo mantengo todos los días y los vecinos del barrio me lo reconocen y eso me hace bien. Hace poco estuve con Alicia Arguiñarena –N de la R: presidente de la Sociedad de Fomento del barrio- y nuevamente me felicitó por mi trabajo”, dijo.
El recorrido que hace todas las mañanas, de lunes a sábados de 4 a 9 de la mañana –en realidad el horario es de 9 a 12 pero por la pandemia se acortó-, empieza por Pedro Hita, sigue por López Seco, hasta Durañona y luego por calle Italia “y desde hace un tiempo que me pusieron un compañero agregué en el recorrido la calle la Dolly hasta La Espadaña y de ahí hasta Carrillo y luego mi recorrido habitual”, dice, con memoria.
Siempre fue de madrugar Edgardo, que en sus años de ferroviario “arrancaba a las 6 o a las 7 de la mañana, dependiendo si era verano o invierno. Yo ahora a las 3 menos 10 me levanto sin ningún problema y tipo 3 y media estoy saliendo en bici a la municipalidad a buscar los elementos. La verdad que ya me hice el hábito y los domingo, que es el único día que no madrugo, muchas veces tipo 5 de la mañana ya estoy dando vueltas en la cama y rara vez me levanto mucho más tarde de las 9”, afirma.
“Ahora tengo un chico de 24 años que me ayuda y de paso le voy enseñando el oficio, pero siempre he sido de trabajar solo. En ese sentido, no hubo muchos cambios con la pandemia porque si bien no dejamos de trabajar en ningún momento al ser un trabajo solitario no tenemos contacto con vecinos; todos los días nos toman la temperatura cuando entramos, nos dan elementos de higiene y estamos todo el tiempo con barbijo como único cambio”, detalló Edgardo.
Hoy, luego de 3 años de trabajo, Edgardo se puede dar el lujo de decir que “La Dolly está hermosa. No me gusta presumir, pero a mí las cosas me gusta hacerlas bien y desde que empecé a ahora se ha visto un cambio que todos los vecinos me reconocen y eso me gratifica mucho”, finalizó .
Semanario Tribuna 12-06-2021
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