Un soplo de vida en medio de la pandemia
Publicado en el Semanario Tribuna 05-09-2020
Fue noticia hace unos días mientras se habla de pandemia y de un sistema de Salud que teme colapsar. El pasado 29 en el Hospital de niños de la ciudad de La Plata, Sor María Ludovica, se realizó un doble trasplante renal. El hecho, heroico, trajo respiro y esperanza al panorama desalentador de cada día poniendo en foco la importancia de donar órganos.
Esta maravillosa historia, además, cuenta con un plus que la hace única y más humana: parte del equipo que realizó dicha intervención estuvo conformado por la pediatra Angela del Carmen Suárez, quien desde hace 27 años se desempeña en la Especialidad de Nefrología de dicho nosocomio, y que hoy es Jefa de Servicio. TRIBUNA se contactó con Lita, como todos los brandseños la conocemos, luego de que terminara de atender al último paciente en el consultorio de nuestra Ciudad. “Detrás de esto que fue noticia hay muchísimas personas” explica, “nosotros hacemos trasplantes renales desde el 2000.
Dentro de lo que es la especialización trabajamos con chicos con enfermedades renales agudas que se presentan bruscamente pero también con aquellos que las enfermedades los llevan a la insuficiencia renal. Ahí comienza la historia de los tratamientos del reemplazo de la función renal que puede ser trasplante o diálisis en sus dos modalidades: hemodiálisis (yendo al hospital) o peritonial, ambulatoria o domiciliaria (la realizan los padres en la casa a través de un catéter). De los 27 años, durante 20 estuve trabajando con ese tipo de modalidad y preparándolos para el trasplante.
Un poco de historia
Hace ya 30 años que Lita se recibió de Médica en La Plata, luego hizo tres años la residencia en pediatría y después otros tres la especialización en nefrología; “me di cuenta que me atraía el Hospital de Niños y quería buscar alguna inserción. Por eso llegué a una segunda especialidad, la nefrología pediátrica, con una dualidad porque a mí me gustaba, pero sabía que mí pasión era el consultorio” confiesa, y recuerda, “para esa época uno de los requisitos era la disponibilidad y la cercanía; me fui a vivir a La Plata y empecé a viajar a Brandsen para hacer consultorio.
Marcos Gelsi me llamó para las guardias en el Hospital de Brandsen y entonces me fui acomodando con los horarios. Estaba más tiempo acá que allá, nunca dejé de venir; a esta altura ya estoy viendo los hijos de mis pacientes. Y me sigue apasionando, me gusta estar con las mamás, los chicos, el contacto, la confianza es como que vengo a jugar a la doctora. Lo del Hospital es otra tensión y conocerlo me hace vivir esto de una manera más relajada”.
La operación
Según la profesional, se puede llegar al trasplante de dos formas: donación vivo relacionada (por Ley Argentina son los padres los que están autorizados) o los donantes cadavéricos (hay alguien que frente a un familiar que no tiene otra expectativa de vida dona los riñones). Y eso fue lo que sucedió. “Frente a este acto de amor supremo, en el momento de máximo dolor por perder a alguien, automáticamente deciden donar los órganos”, aclara. El operativo que se monta ante el posible donante tiene que ver con muchísimas variables: preparar la terapia, los ablacionistas (los que van a buscar los órganos) lo que los traen, avisar a la familia, ver que el paciente esté en condiciones clínicas,
“se tiene que dar todo y ese día se dio todo”, comenta entusiasmada y agrega: “Se donan los dos riñones, van a un listado que tiene que ver con compatibilidades del receptor con donante, y de golpe los tres primeros del listado de probabilidades son nuestros. El operativo empezó a la una de la mañana y se fue dando todo. Llegaron los riñones en tiempo y forma, dos de los tres chicos estaban en condiciones. A las 21 entró el varón de ocho años y a la 1 la nena de 14. En quirófano estuvieron alrededor de 4 horas. Los urólogos preparan el lecho donde se apoya el riñón y fijan el uréter a la vejiga, y los cirujanos cardiovasculares; los magos de este momento, son los que suturan arterias y venas”.Al ser Jefa de servicio, Lita coordinó por fuera ambas intervenciones junto con el Jefe de equipo de trasplante y el Jefe de diálisis.
“Todo el Hospital se puso en marcha para las dos intervenciones: enfermeros, mucamas, ambulancieros, administrativos, rayos, laboratorio. Todos trabajamos en equipo; tenemos un grupo de médicos jóvenes que son los que empujan. Pero el contexto Covid 19 agregó un paso más: hacer los hisopados en tiempo record. Íbamos contra reloj: no podíamos superar las 24 horas, y lo logramos en 16. El riñoncito se ablacionó a las 7 de la mañana y ya estaba colocado en el primer nene a las 23, y en la segunda nena a las 3 de la mañana. Uno queda con la adrenalina y la excitación al tope por el trabajo realizado y feliz por el cambio de vida para el paciente.
Donar órganos, un acto de amor
Por último, Lita recalca la importancia de donar órganos, “es fundamental crear conciencia. Para la familia es muy doloroso, pero cuando vemos los resultados es increíble. Los padres de los chicos renales crónicos son unos santos, por todo lo que tienen que pasar. Ellos te agradecen, pero es uno el agradecido porque te ayudan a entender muchas cosas. Ya llevamos 112 trasplantes, esta es la tercera vez que trasplantamos dos el mismo día. La mayoría de los hospitales hoy están complicados para hacerlo, pero nosotros tuvimos la suerte y nos salió naturalmente; era como que alguien nos fue guiando. Además, y en medio de tanto desánimo y preocupación se pudo llevar a cabo. Esto trasciende ideologías y creencias; el querer es poder”.
Victoria Moroni
Publicado en el Semanario Tribuna 05-09-2020
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