Será el jueves 5 en el Círculo de Periodistas
Todo libro, tiene por detrás una pequeña historia. Esto nació en el verano del 2016, cuando el secretario de Cultura Municipal de La Plata apostó a la idea de editar un texto que reuniera cien columnas mías sobre cosas y gente de La Plata. Por supuesto, que la idea se fue perdiendo en la telaraña burocrática de siempre. Primero decidieron que lo mejor era prologar ese texto con una larga entrevista al autor. Y por eso me grabaron varias horas de charla, aunque advertí veinte veces que lo que importaba era las notas no la trayectoria del autor. Todo se fue postergando con las excusas de siempre: por ahora no hay presupuesto, aunque nunca pedí ni me ofrecieron un peso. El proyecto quedó para el 2017, pero claro -me dijeron- es año de elecciones, así que entendí que las inversiones no necesarias irían para la campaña (la cultura para muchos intendentes es un gasto superfluo). La idea era lanzarlo en el 2018, pero la parsimonia oficial, los cambios de gabinete que obligaron a revisar cada proyecto, fueron alargando todo. Como yo había reunido y ordenado el material, decidí encarar el libro por mi cuenta. Y no me arrepiento: porque de alguna manera toda ayuda oficial, aunque sea decorosa, siempre teje algún manto de sospecha sobre la orientación del texto o del autor, sobre todo en un país que ha hecho de la suspicacia un verdadero signo de identidad. El libro fue prologado por Luciano Román, ex secretario general de redacción de El Día, ex director de Periodismo de la Universidad Católica de la Plata, columnista hoy de La Nación y director de comunicaciones de la Cámara de Diputados de la Nación, pero sobre todo, un gran amigo, lo que se nota en la generosidad de sus palabras. Un agregado final: elegí para acompañar esta presentación una nota del 2008 sobre el DNI para caballos porque fue una idea que se impulsó desde Brandsen. El libro será presentado el jueves 5 de septiembre, a las 19.30, en el Círculo de Periodistas de La Plata, sito en calle 48, entre 5 y 6.
Prólogo
Mirar la realidad con ojos cinematográficos. Ese arte singular es el que ha cultivado, con talento, Alejandro Castañeda. La mirada periodística se ensambla con la perspectiva del crítico de cine, con la del lector empedernido, con la sensibilidad artística y, a la vez, con el roce de “la calle”. De esa combinación surgen textos que mezclan humor, dosis justas de ironía, profundidad, originalidad y hasta cierta incorrección política. Muchas de sus columnas son “piezas de colección”: parten de una observación aguda e inteligente; se animan a la transgresión y navegan por un estilo ecléctico de análisis penetrante y hasta provocador. Pero siempre sin dramatizar, sin caer en los juicios absolutos, sin ceder a la demagogia ni a la chabacanería por la que suele desbarrancar el humor periodístico. Son textos elegantes y estilizados, hilvanados con buen gusto e invariablemente amenos. De ese talento infrecuente disfrutamos, desde hace muchos años, sus lectores
La de Alejandro es una mirada siempre original y creativa, que nos provoca una sonrisa al mismo tiempo que nos invita a la reflexión. Sus textos aportan una perspectiva diferente, difícil de encasillar en los géneros clásicos del periodismo gráfico. Son columnas analíticas, en las que la frescura y la espontaneidad se articulan con una mirada casi filosófica y a veces hasta poética. Hablan de política, de fútbol, de sexo, de nuestras manías y costumbres, de éxitos y de fracasos, de casualidades y misterios. Hablan de la coyuntura y, a la vez, de los temas de siempre: de la vida y de la muerte; de suertes y desgracias; de amores y desamores. Hablan de La Plata, pero sobre todo de nosotros.
Un gesto casi inadvertido; una frase dicha al pasar; una historia minúscula o el gran tema de la semana. Todo cabe en esa mirada creativa. Detrás de los textos de Alejandro están siempre (aunque no necesariamente “a la vista”) el cine, la poesía, la música popular, la literatura, el deporte. Están Borges, Gardel, Messi, el ajedrez, Fellini y el folklore argen- tino. Porque de todo eso disfruta con pasión; de todo eso se ha nutrido y es, seguramente, todo eso lo que ha moldeado la especial sensibilidad y el estilo depurado de un periodista original y talentoso. Pero la fórmula, si es que hay alguna, quizá pase por la sabrosa combinación del arte con “la calle”, de lo exquisito con lo popular; de cierto refinamiento para hablar, sin eufemismos, de las cosas de las que hablamos en las mesas de café.
Los lectores lo disfrutamos; los platenses nos sentimos muchas veces identificados; los periodistas aprendemos con su prosa elegante y sutil. Los amigos nos sentimos orgullosos y gozamos del privilegio de “estirar” sus columnas en frecuentes sobremesas. Esta selección de sus artículos nos da, a unos y a otros, la oportunidad de reencontrarnos o redescubrir textos divertidos, sugerentes, profundos y perspicaces.
Aunque las columnas periodísticas suelen envejecer pronto (mucho más en un país vertiginoso como el nuestro), la buena prosa, la mirada lúcida y las cosas dichas con estilo nunca pierden vigencia. Por eso vale la pena reencontrarse con estos textos que, seguramente, nos volverán a hacer pensar y nos provocarán otra vez una sonrisa. Como el buen cine, los buenos libros y la buena música, la pluma de Alejandro siempre enriquece nuestra propia perspectiva y nos da un respiro en medio de una realidad muchas veces asfixiante. No nos demoremos, entonces, en prólogos ni presentaciones.
Luciano Román – Octubre 2018 – Se viene el DNI para caballos
4 de marzo de 2008
Al galopeado gremio de los cuatreros la cosa se le pone bien fea. Nada que ver con las otras especialidades delictivas que andan por allí, muy florecientes e impunes.
Tiempo atrás anunciamos la puesta en marcha de un sistema urdido por investigadores de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de La Plata. Se denomina Programa Provincial de Identificación Genética y apunta a descubrir animales robados gracias al ADN. El método demos- traba el buen nivel de nuestros investigadores, pero su tramitación era tan larga, que requería un gestor más que un detective: una vez descubierto el robo de animales, el damnificado debía salir a todo galope para compatibilizar ADN, justicia y policías con la esperanza de poder llegar un ratito antes que los carniceros trocen las pruebas del delito.
Un año después, anunciamos un nuevo invento de los estrategas de Arslanián contra los reseros mal entretenidos: el lanzamiento de los baquianos, un batallón de boyeritos con chapa y afán justiciero que se incorporaron a las fuerzas del orden para ir vigilando al trote zonas peligrosas. La idea es hacerse el zonzo y curiosear, andar y desconfiar, vigilar alambrados y ruidos raros. Un plan entre romántico y anacrónico que quizá no sirva para recuperar vaquitas, pero al menos le devuelve al fiel caballito su rango de vehículo confiable, siempre al servicio de la ley.
Y esta semana se conoció el último estreno contra el cuatreraje: a partir de ahora, cada caballo va a tener que salir con su DNI. La noticia fue anunciada esta semana en un campo de Brandsen por el coordinador del programa Fuerza Campo, el Dr. Eduardo Achával, funcionario del ministerio de Asuntos Agrarios. Lo dijo ante productores y representantes policiales en una reunión informal.
Agregó que el proyecto fue presentado el 14 de junio en la Cámara de Senadores, “y fue bien recibido”. Y subrayó la importancia de esta alianza entre Asuntos Agrarios y la Policía para ir en auxilio de la caballada en peligro.
Está entusiasmado Achával con el documento único para los pingos. Su explicación cayó bien en las intranquilas tropillas. A partir de ahora, nada de tener al bayo indocumentado como un cimarrón más. El mundo moderno quiere todo en regla y en lo sucesivo hasta el potrillo más ninguneado deberá portar su libre tránsito para no caer en desacato. Dicen que, así, los cuatreros se verán sitiados y que no sería raro, ante tanto contratiempo, que se terminen convirtiendo en gauchos buenos. ¿Será cierto? Los ladrones nunca han retrocedido ante el papeleo. Y uno, acostumbrado a pensar mal y acertar, calcula que a más de un bolsillo le debe convenir esto de andar fichando caballos en toda la pampa. Si la cosa funciona, en cualquier momento exigirán carnet de conductor a los jinetes. Para ver si el que monta es el legítimo, como quieren los estancieros y los maridos celosos.
El pobre paisano, que ya ni usa el sulky por temor a que Montoya le reclame patentes, ahora deberá salir cada tardecita con el malacara y su correspondiente tarjeta verde, primero para taparle la boca a algún desconfiado inspector y segundo porque le dijeron en Asuntos Agrarios que con documento al día habrá muchas chances de recuperar el equino antes de que viaje a Europa ensillado como mortadela.
Primero pague, después vemos cómo lo protegemos, es el dogma por estas comarcas desguarnecidas. Así que más vale que el paisanaje tome nota de los requisitos, porque el malón de multas puede ser tan peligroso como los ladrones: hay que salir con factura y recibo de frenos y apero, con el ADN fresquito, la tarjeta verde en regla y mirando para todos lados, por si aparece algún cuatrero desinformado que no está al tanto de estos avances.
¿Funcionará bien aceitada toda esta secuencia? O justo el día que nos roben el potro se caerá el sistema y el pobre zaino al final ingresará resignado al frigorífico sin que ningún inspector le pida documentos. De cualquier manera esta nueva idea de darle título de propiedad a la tropa no es mala. Eso sí: van a tener que vender parejeros con guantera, para tener el papeleo siempre a mano ¿viste? Pero todo lo que signifique complicarles un poco la vida a los ladrones tiene que ser bien recibido. La tienen tan fácil, que sabrán comprender estas pequeñas molestias. Esperamos, eso sí, que si la Legislatura le da luz verde, y que los muchachos de Asuntos Agrarios no caigan en sobreactuaciones y terminen pidiéndole el DNI a los caballos de calesita.
Publicado en Semanario Tribuna
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