Por Marcos Erregue

En todos los momentos históricos, en el pasado, en el presente y, podemos suponer, también en el futuro, nos  toca enfrentar, como sociedad, problemáticas complejas y situaciones críticas sobre temas que a todos nos importan mucho.

Esto coloca a quien ejerce el gobierno, en cada una de esas etapas, en la responsabilidad de atender cada una de esas problemáticas y resolverlas con los recursos a su alcance. Muchas veces, la única forma de encontrar solución a esos problemas exige consensos mayores, y un esfuerzo compartido que excede las posibilidades de una comunidad y requiere la colaboración de otras instancias del Estado. No hay excusa para no hacer frente a esas cuestiones por parte de quien ejerce la función de gobierno, y el sistema democrático distribuye funciones diferentes entre el oficialismo y la oposición, pero ambos tienen responsabilidades que cumplir.

Hace unos días, hemos denunciado la existencia de una campaña de desinformación, evidentemente lanzada desde un sector minoritario pero significativo de la oposición.

Han elegido por supuesto, temas que a todos nos importan. Y, en el caso puntual de la Terapia Intensiva del Hospital, llegaron a un extremo… pero no se detuvieron ahí. Hubo un repliegue táctico, hasta que otras problemáticas surjan y preocupen a nuestra comunidad porque seguramente están vinculadas con esas cuestiones que a todos nos resultan trascendentes. Salud, producción, obras públicas, educación, y una enorme lista de aspectos que hacen a la calidad de vida de todos, son abordadas por este sector minoritario con la mala fe propia de quien no busca soluciones.

Básicamente, hay cuatro actitudes posibles frente a ello. 1°) El funcionario deberá afrontar el problema dedicándole tiempo y recursos para aportar soluciones, y en caso de no ser suficiente, abrir el juego a las propuestas y aportes que otros puedan hacer, en el ámbito del Estado y también de la sociedad civil. 2°) Los ciudadanos, naturalmente sensibilizados por la problemática y preocupados, consultarán y preguntarán a todos sus amigos y conocidos, para obtener respuestas o llamar la atención de las autoridades en busca de una solución. 3°) Una oposición responsable, inmediatamente se pondrá en contacto con el funcionario del área para preguntar si ha tomado conocimiento de la situación.

La cuarta actitud es la que estamos denunciando. Una oposición malintencionada, como dijimos, y también minoritaria, ante un problema en determinado aspecto (como sucedió en el tema de las obras de la Terapia Intensiva del Hospital), hará circular rumores falsos; presentará el problema con una dimensión infinitamente mayor a la realidad; dirá que el gobierno no hace nada (y de esta forma generará, más que preocupación, bronca e impotencia); llamará a compartir la información falsa en las redes sociales y, como todo cobarde, lo hará en forma anónima o falseando una firma (como ocurrió en el caso, donde se atribuyó maliciosamente el comunicado al presidente del principal partido de oposición, quien debió salir a desmentir el trascendido porque es un hombre comprometido con democracia y una persona de bien).

Lamentablemente, sólo la lógica tenemos para suponer quien pudo haber sido; no obstante, ello no impide visibilizar el problema y condenar la actitud. Cabe preguntarse si esa actitud aporta soluciones frente a los problemas que enfrentamos periódicamente como comunidad, o si suma confusión innecesaria en momentos en que la mejor forma de reaccionar, si realmente queremos un Brandsen mejor, sería efectuar propuestas superadoras y cooperar en lugar de destruir.

  • Presidente bloque de concejales Cambiemos

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