Domingo 21/10/2018 – Plaza Brandsen
Para un hijo de esta tierra no hay mayor orgullo que representar a la comunidad en un aspecto distintivo como una celebración aniversario.
Creo que este momento debe servir para transmitir ideas y reflexionar sobre el futuro y lo que tenemos que hacer para que se cumplan los objetivos compartidos: Fortalecer los sentimientos de pertenecía e identidad local; reforzar los valores que lleven a consolidar lazos de unión, cooperación, entendimiento y respeto mutuo; desarrollarnos como comunidad en todos los aspectos; promover el intercambio desde la diversidad; y fundamentalmente, formar niños y jóvenes defensores de nuestro suelo y nuestras riquezas, conocedores de nuestro acervo cultural, nuestra historia y nuestras tradiciones.
Desde ya que no es fácil, ¿quién dijo que el camino al éxito como sociedad lo es?
Debemos transitarlo como comunidad, esto nos proporcionará la fuerza necesaria para persistir y triunfar.
Hay un concepto que tiene que quedar claro: “no basta con saber, hay que aplicar; no basta con querer, hay que hacer”, y esto como sociedad, como dirigencia política o institucional, marca la diferencia entre el simple crecimiento y el desarrollo.
Leí hace algún tiempo que fomentando la cultura, conociendo el camino de los pioneros y atesorando su ejemplo y su esfuerzo se puede llegar a la prosperidad.
Osvaldo Arena escribió: ¡Cómo no te voy a querer! Si tus sueños son los míos, yo soy cardo de estas pampas y soy arena de tus ríos. Estoy hecho de vos, porque aquí he nacido, como el hornero del campo soy pichón de tu nido. Aquí están mis raíces en esta tierra he crecido.
El pueblo de Brandsen ha demostrado su voluntad decidida, con madurez y coraje, de superar toda adversidad.
Los desafíos que debemos plantearnos son culturales, lograr la inclusión social y la construcción colectiva de la vida democrática, a partir de la cooperación, la participación y la equidad.
En lo particular valoro la fina gentileza de haberme invitado a dirigir la palabra en esta ceremonia. Es un hecho que me honra. Y quiero concluir con esta estampa que escribí sobre mi tierra:
De carros y llanuras está hecha nuestra historia, como la de muchos otros pueblos de la provincia de Buenos Aires. Es que el interior de esta tierra es un espacio propicio para descubrir a los hombres y mujeres que gestaron el presente que ostentamos. Y es nuestra historia una intrincada y jugosa puja de intereses y valores. Una trama con apellidos que aún resuenan con fuerza; relaciones y lazos que se entrecruzan; y, en esa maraña de luces y sombras, la síntesis perfecta de lo que somos.
Desde el pretérito fortín las amarronadas aguas del arroyo, son testigo fiel del devenir de los tiempos. Su escritura y su ubicación, las fechas y los propulsores, a siglos de los albores son motivo de disputas. Desde los pueblos originarios hasta el paisanaje y la inmigración, desde los frutos de la tierra hasta la industrialización, desde los polvorientos caminos de la patria hasta las modernas rutas, todo confluye en nuestra identidad. ¿Será que aún sentimos con las palmas en la tierra cómo se mueve el suelo con los malones? ¿Será que aún la precariedad y el desánimo siguen calando hondo? ¿O hemos dejado esto atrás, muy atrás, y con la llegada del alambrado y del ferrocarril habremos trazado la línea definitiva del porvenir? Este es el camino que peregrina la gente, el pueblo que con su trabajo silencioso construye, en democracia su destino. Son las instituciones, los héroes anónimos, los intachables, los que reconocieron sus errores, los que se animaron al desafío y los que vendrán.
Somos todos los que orgullosos lanzamos al viento su nombre: Brandsen. Es nuestra casa y son las manos laboriosas de quienes la forjaron. Son los hechos del pasado, que no son nada sin sus artífices, y la memoria que se desvanece si no toma cuerpo. Las campanadas del templo marcan el punto de partida y el instante cúlmine de estas líneas que, presurosas, dejan correr la tinta dando inicio a la laboriosa obra. Una aventura en sepia y ocres; esta pluma en blanco y negro; y el color de sus miradas.
Por Guillermo E. González – InfoBrandsen |info@infobrandsen.com.ar
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