Se lanzó sola a manejar, sin plazos ni rutas predeterminadas. «Me dijeron que estaba loca, pero nunca han podido conmigo», dice. Ahora está en Río de Janeiro.
El 10 de junio de 2017, Juan Pablo Csipka publicó un artículo en un periódico local titulado: “La abuela nómade” donde escribía: “A los 79 años, Sara Vallejo se apresta a vivir toda una aventura: recorrer América del Sur en motorhome El viaje comenzará a fines de julio en Montevideo y conducirá hasta Venezuela y Colombia antes de emprender regreso sin plazo ni rutas predeterminadas.”
Siempre viví al borde de lo aceptado socialmente», admite. Empezó a estudiar inglés a los 44, tuvo decenas de trabajos, se jubiló, se separó del padre de sus hijos y se volvió a enamorar de otro hombre. «Era un persona muy aventurera, similar a mí.
Todo fue muy bien, hasta que en 2009 se enfermó y murió. Me alegro de haberlo disfrutado, pero uno no se puede quedar en el pasado», reflexiona hoy la abuela.
«¿Y ahora qué?», se preguntó entonces. Y encontró la respuesta en su gran pasión: viajar. El año pasado, durante una charla con un amigo, se le ocurrió una idea tan tentadora como arriesgada: «Hiciste de todo, pero nunca anduviste en motorhome, me dijo. Y no me lo pude sacar más de la cabeza». No tardó mucho en decidirse. Armó un plan, se lo comunicó a su familia («me dijeron que estaba loca, pero nunca han
podido conmigo», bromea) y se puso manos a la obra. Le faltaba, claro, lo más importante: el motorhome.
Tucumana, de Yerba Buena, Vallejo sabe desde muy pequeña lo que es un vehículo con motor. “Aprendí de chica, con mis hermanos, y siempre me quería subir”. Así, en una época en la que quizás no era común ver mujeres manejando, ella estaba en el campo al frente de un volante. Y siguió hasta hoy, como recuerda su hijo Fernando Korstanje “Mi hermana arqueóloga necesitaba hacer unos viajes con unos becarios, desde Catamarca hasta Chile y Bolivia, y mi madre fue la chofer”.
En Chile, Vallejo se empezó a interiorizar por los motorhome, vehículos de difícil acceso a la Argentina por las trabas legales. Casi al mismo tiempo, una de sus nietas, en un diálogo sobre autos, le dijo que el único vehículo que la abuela no había menejado era un motorhome. Finalmente se decidió. “Vendí todo para comprarlo y hacer el viaje”. Sin bien ya recorrió en auto la Ruta 40 con su hermano y cruzó varias veces la Cordillera, planificó un viaje más que ambicioso. La idea es recorrer Uruguay y Brasil, hasta llegar a Venezuela y Colombia y luego bajar por el Pacífico.
Para financiarse vendió todo. Además de su casa y auto también se despojó de sus pertenencias. Así pudo comprar un Motorhome marca Ford, de segunda mano, que llegó desde Houston hasta Montevideo a fines de julio. Su hijo Fernando relata que “es un vehículo naftero, con caja automática y diez cilindros, muy moderno”, además de tener GPS. Por trabas a la importación no puede entrar a la Argentina. “Hay que pagar un canon que estamos viendo de hacerlo para la vuelta del viaje, así puedo ingresar al país con él”, afirmó Vallejo. En Uruguay practicará unos días junto a su hijo Fernando. “Yo la pienso acompañar hasta que le agarre la mano, y después comenzará el viaje”.
El hijo estará con la madre hasta que, a la altura de Entre Ríos, se sume un matrimonio amigo de Concordia, experto en estos viajes, dado que la pareja recorrió Sudamérica en moto. “El motorhome tiene capacidad para cuatro personas, ellos se suman y yo me bajo”, dijo Fernando. La comunicación se mantendrá con la tecnología más actual: Internet y WhatsApp.
Sara Vallejo tiene 79 años, tres hijos, tres nietos y un bisnieto. Pero Sara no es una abuela como cualquier otra. Ella no se queda en su casa, quejándose por los dolores que el paso del tiempo le provoca, mirando una novela y recordando viejas aventuras. Ella todavía las vive: desde el mes pasado está recorriendo –por tramos sola, por tramos acompañada– Sudamérica en un motorhome que compró tras vender casi todas sus pertenencias. No se puso plazos respecto de cuánto le llevará el periplo. “El viaje no sé cuánto puede durar, porque no me la voy a pasar manejando. Pararé en pueblitos y estaré lo que me dé la gana”.
Su círculo íntimo (tres hijos, tres nietos y un bisnieto) la apoya. “Mi madre siempre ha sido inquieta, y no hay manera de pararla. Ha hechos viajes sin reserva y como mochilera. Ahora da un nuevo paso”, aseguró Fernando. El nuevo paso incluyó sacar una licencia especial para poder conducir el motorhome por las rutas sudamericanas. La mujer está perfecta de la vista, tiene carnet internacional y las vacunas.
¿Y después? Ella misma no tiene una certeza. “Tal vez me quede en Tucumán viviendo en el motorhome O quizás lo venda y con ese dinero compre un departamento para vivir con mi hija. Se verá”.
El viaje de Sara empezó en Montevideo, el pasado 8 de agosto. En poco más de un mes ya recorrió varias ciudades uruguayas y brasileñas. Ahora está en Río de Janeiro. «¿Miedos? ¿A qué? Es cuestión de tomar la decisión y dar el primer paso. El segundo viene solo», asegura.
Sara, que ofrece charlas para sustentar sus gastos y actualiza constantemente su recorrido en Facebook, no sabe hasta dónde llegará ni cuándo volverá al país: «Una buena idea sería festejar mis 80 en Tucumán, en marzo. Pero no sé. Me voy a quedar el tiempo que crea necesario y voy a ir a donde tenga ganas. A donde me lleve el viento…».
Por Lidia Mutto
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