La joven tenía 22 años y fue apuñalada en la cabeza en julio de 2015. El martes se sabrá si condenan a «El Buey», el único sospechoso.
A los 11 años Melisa Tuffner llegó con un papel y se lo dio a su papá, Marcelo. Era el aviso de que ella quería ser donante de órganos. Poco después le confesó que estudiaría psicología, dos cosas que hizo con solo 22 años. Anécdotas como esas brotaban en los pasillos de los Tribunales de Lomas de Zamora mientras unas 40 personas, entre amigos y familiares, esperaban la última jornada del juicio por el crimen de Melisa.
Es que ayer se realizaron los alegatos y la fiscalía pidió 25 años de prisión para Oscar «El Buey» Sosa por asesinar a la joven el 19 de julio de 2015. La decisión del tribunal se conocerá el próximo martes.
«Tengo miedo como el primer día», confesó Marcelo Tuffner a Clarín poco antes de ingresar a la sala de audiencias. Estaba junto Evelyn, su mujer y madre de Melisa y sus cinco hermanos. La remera negra con letras celestes formando la frase «Justicia por Mel», junto a un escudo de Temperley, fue una especie de uniforme desde el día del homicidio.
El fiscal Pablo Pando repasó ayer las pruebas presentadas al Tribunal Oral N°8 para sostener su acusación. Sosa nunca dejó de mirarlo, ni siquiera mientras tomaba agua o su abogado defensor le hablaba.
Para Pando quedó probada la responsabilidad de Sosa, que conocía a Melisa y a su familia del barrio, que participó de marchas pidiendo justicia por el crimen y que hasta le dio el pésame al padre de la joven, un día antes de ser detenido.
En su argumentación el fiscal destacó la principal prueba del caso: las filmaciones de cámaras de seguridad de la calle Almafuerte al 300, donde Sosa se reconoció caminando detrás de la víctima.
Melisa cayó herida sobre Gutiérrez, a 150 metros del punto donde fue captada por última vez, con el único acusado siguiéndola de cerca, apurando el paso para alcanzarla.
«No hay dudas de que el imputado dobló por Gutiérrez detrás de Melisa. Tampoco de que la conocía muy bien a ella y a su familia, sabía quién era. Si llegáramos a creer que no hubiera sido Sosa quien la abordó esa tarde, hubiera sido un testigo privilegiado de lo que pasó y nunca ha dicho nada al respecto», cuestionó Pando.
La defensa intentó poner en duda esa prueba. Pero el fiscal fue contundente: el resto de las cámaras que encontró la Policía captaban las otras rutas posibles, pero en ninguna se lo ve pasar a Sosa. Él y Melisa se perdieron sobre la calle Gutiérrez, sentido al centro cultural Gringo Viejo, donde la joven estudiaba circo, al que se dirigía esa tarde y donde nunca llegó.
El historial de Sosa fue otro de los puntos importantes del debate: en su haber hay al menos dos abusos sexuales a menores (una sobrina y la hija de una prima) y una denuncia por violencia de su ex mujer. También una condena por robo con arma blanca. Aquella vez usó un cuchillo para asaltar a una chica.
El mismo tipo de elemento que usaron para matar a Melisa
La joven tenía dos puñaladas en la cabeza cuando unos vecinos la encontraron inconsciente la tarde del 19 de julio de 2015. Una de las heridas tenía diez centímetros de profundidad, pero no la notaron en la UPA de Longchamps, donde la atendieron de urgencia.
Fue días después de ser derivada a una clínica privada que confirmaron que su muerte se trataba de un homicidio.
El martes a las 10 el Tribunal Oral N°8 dará a conocer el veredicto. «Sí, soy inocente», fueron las últimas palabras que dijo Sosa al final del juicio. Fue la única vez que declaró.
Su abogado defensor pidió la absolución, como primera medida. «No hay certezas de que Sosa sea el responsable», alegó. Pero como segunda alternativa propuso le den a su defendido ocho años de prisión, la pena mínima para casos de Homicidio Simple
Fuente: Diario Clarín
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